Este silencio
de ahora mismo
es digno de una catedral.
Una catedral
de sueños y tiempos.
Una catedral
de adioses y soledad.
Una catedral
de infinitos poemas
y terribles desengaños.
De esa catedral invisible
que me acoge en su regazo
yo soy el obispo
yo soy el beato
yo soy el que limpia
yo soy el crucificado
yo soy la vela del difunto
yo soy el niño bautizado
yo soy la absolución
yo soy el pecado
yo soy el apóstol
yo soy el diablo
yo soy la vida y la muerte
yo soy el alma sin descanso.
Y la luz de colores que atraviesa la vidriera
ResponderEliminarBuen día Reverendísimo
Esa catedral invisible, que seguramente evoca las vidrieras y el espacio amplio, es donde acabamos por ir cuando necesitamos reposo.
ResponderEliminarUn beso, poeta
Qué manera de acaparar. Me pido ser el monaguillo, que te lo has dejado, porque el difunto no me apetece.
ResponderEliminarSaludos.
Silencio catedralicio, estimado, apreciado, puro gozo para la catedral interior.
ResponderEliminarYo oro por vos, mi señor.
ResponderEliminarMe postro a sus plantas.
Un beso.
No cabe duda que la Catedral es uno mismo... reflexionando en silencio.
ResponderEliminarAbrazo poeta.
La marca de luz sobre la lápida del suelo en el pasillo central.
ResponderEliminarSaludos.
El observador y lo observado...
ResponderEliminarHermoso poema Torito!
Aquí estoy a dejarte un abrazo...
ResponderEliminarBesos
Tú Xavi y yo por ejemplo, somos humanos como todos. Con el deber de ser nosotros mismos y tenemos que conservar nuestro interior, sin que nos arañen demasiado los que desean dejarnos sin respiración. Te dejo mucho cariñito.
ResponderEliminarBesicos muchos.
No cabe más *ser* que una docena catedralicia *siendo*
ResponderEliminarCallémonos y oigámoste, Toro!
Hoy pesa tu Poema, Poeta... Todo un templo erigido para el Alma.
ResponderEliminarMil besitos con cariño.
Hay momentos que es necesario ese silencio de Catedral, deseo que lo puedas disfrutar, ese momento de paz y tranquilidad que todos necesitamos en nuestro dia.
ResponderEliminarAhora cuando vaya a la catedral te voy a encontrar en todos los que nombraste.
Un beso!!
Te leo desde el Café del Nuncio...será?
ResponderEliminarUn beso confesado.
Y yo te miro desde el confesionario...shhhhhhh....
ResponderEliminarUn beso
Impone ese silencio tan monumental.
ResponderEliminarBesos
Vamos a dejar el pasillo de la nave central para los poemas. Desde ahí, ningún impedimmento para llegar desde / hasta las capillas que mencionas : la de Los Sueños, Los Tiempos, Los Adioses, La Soledad y Los Desengaños.
ResponderEliminarMaese, tengo una magnífica referencia para imaginarte en esta composición de hoy.
ResponderEliminarQué imponente debía de ser ese silencio que te inspiró esta especie de oración.
ResponderEliminarPero no eres el pederasta...
ResponderEliminarSalud
Ya veo que tú lo guisas y tú te lo comes.
ResponderEliminarEl silencio te puede estar diciendo muchas cosas, igual sacas algo bueno de lo que te diga ;)
Besos Toro
Tú eres la música de ese templo.
ResponderEliminarBesos***
Menos mal que era invisible el silencio...
ResponderEliminarMil besos, Torito.
Has aprovechado el silencio para marcarte todos esos personajes, no está mal, jejeje
ResponderEliminarBesos
Y si llego con mis sonidos?
ResponderEliminarLo eres todo, qué presión!
ResponderEliminar😉
No ser nada está muy bien... se vive más tranquilo.
ResponderEliminar"Catedral
de infinitos poemas...
alma sin descanso."
Pero siempre un alma hermosa.
Beso... Xavi.
Y mi mano en tu mano...
🥀
Me gusta mucho.
ResponderEliminarY ese regazo.
:)
Un beso, Toro.
Padrecito ¿puedo recoger las limosnas?
ResponderEliminar👼🕊️🕊️
En esa catedral me hago creyente, sin dudarlo. Y no se me ocurriría cuestionar mi fe.
ResponderEliminar¿También eres dios?
;)
Beso
Es una catedral muy peculiar de todos modos
ResponderEliminarAbrazos
En ese silencio, eres tu amigo Toro. Un placer leerte. Saludos.
ResponderEliminarUn imponente monumento...
ResponderEliminarBesos
Madre mía Torito, estas pluriempleado :-)
ResponderEliminarMuy original el poema.
Abrazossssssssss
Torito, el poema de la derecha no estoy de acuerdo. Joooooooo, lo pones muy negro. Alguien más sonreirá no sólo el farmacéutico :-)
ResponderEliminarEn mi pueblo sonríe todo el mundo :-) :-) :-)
Es cierto que llegar a mayores como que uno ya no vale nada. Nadie mira la experiencia y lo que se puede aprender de ellos porque están licenciados en vivencias.
Abrazosssssssssssssss :-) :-)
UY, como brasas los dos poemas. Tanta verdad tan bien dicha. Besossss Toro !!!
ResponderEliminara veces un poco de silencio es lo que necesitamos ,besos
ResponderEliminarQué poema... Inmenso.
ResponderEliminarEste, de antología.
Conmueve y se queda.
Te felicito.
Bss.
Y yo que estaba a punto de convertirme al mormonismo. Prefiero el Torismo Invisible
ResponderEliminarMuy bueno, tus pensamientos vuelan y por fortuna nosotros los podemos ver y disfrutar. Abrazo
ResponderEliminar