Justiniano está tomando
una cerveza con olivas
en un bar muy moderno de su barrio
y no entiende por qué esas clientas
que hay en las diversas mesas
no responden a sus intentos telepáticos
de mantener una conversación con ellas
y quizás iniciar una romántica relación
y tras más de treinta minutos
concentrándose para llamar su atención
ha empezado a dolerle mucho la cabeza
y por eso ha cambiado de estrategia
y ahora está lanzando los huesos de oliva
a las cabezas de esas posibles novias
con una precisión digna de francotirador
pero el resultado no ha sido satisfactorio
ya que el dueño del bar lo ha echado a la calle.