En la nevera
hay dos cabezas.
Una que ríe
y otra que llora.
Hoy toca la que ríe.
La pongo sobre el televisor.
Alegra la vista.
De repente
por la ventana
entra el resto de su cuerpo.
Se sienta conmigo en el sofá.
Me mira.
Sonríe sin dientes.
Sonríe con su ombligo viejo.
Me habla en un idioma que desconozco.
Aún así lo entiendo todo.
Su madre ha resucitado.
Murió a los cien años
y ahora cada noche
baila el lago de los cisnes
por las calles desiertas del cementerio.
Ahora su cabeza llora.
La quito del televisor y la pongo en la lavadora.
Un programa corto.
La saco.
Ahora es un mapache mágico.
Lo coloco sobre el cuerpo llorón.
Se van volando por la ventana hacia otros mundos.
Esta noche iré al cementerio.
Voy a bailar con la anciana resucitada.
Después le hablaré de su hijo.
Y nos reiremos sin parar de su nueva cabeza de mapache.