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7 de febrero de 2025

RECUERDOS 9

Mis hormonas
se prendaron de ti
cuando apenas era un adolescente.
Tú ya lo intuías.
Y me hablabas graciosa.
Y desde tu hermosura me sonreías.
Y te gustó
mi beso impetuoso y clandestino.
Yo enrojecí por dentro y por fuera.
Durante días y días.
era un tomate atolondrado
cada vez que nos encontrábamos.
Después la vida nos alejó.
Paso el tiempo.
Demasiado rápido en tu caso.
Y moriste muy, muy, muy joven.
Aquel beso se partió por la mitad.
Medio beso lo enterraron contigo.
El otro medio te recuerda con muchísimo cariño.

22 de junio de 2024

RECUERDOS 8

Mañana es la verbena.
Verbena de San Juan.
Mis mejores recuerdos
hacen cola suspirando ansiosos
en el salón más bonito de mi memoria.
Días como hoy
de hace muchos años
mis amigos y yo
por las calles del barrio
recolectábamos maderas
para apilarlas en la futura hoguera.
Pantalones cortos.
Sonrisas inmensas.
Y el corazón casi ardiendo de fiesta.
Después nos distribuíamos
en feroces e implacables guardias
para que no nos desvalijaran
los malditos ladrones de hogueras rivales.
Y llegaba la verbena.
Y los jardines de las casas
se iluminaban con farolillos de colores
y mil canciones maravillosas alegraban los oídos.
Y los petardos.
Y las cocas de piñones, crema, cabello de ángel...
Y las novias soñadas resplandecían.
Y las familias esa noche no peleaban.
Y si no teníamos más dinero para petardos
fabricábamos bombas artesanales
con carbón vegetal, azufre y pastillas de potasa.
Y desgraciadamente
algunos dedos salieron volando
por infantiles errores de cálculo...
Ahora mismo esos recuerdos con fuerza me abrazan.
No queda nada.
Sólo suspiros y añoranzas.
Desaparecieron las familias y las novias soñadas.
Mis amigos
fueron devorados 
por la vida y por el tiempo.
Yo escribo mientras voy borrándome en silencio.
Toda esa alegría
que tanto nos iluminó
debe estar enterrada
en un cementerio desconocido
donde reposan
las emociones más tiernas
y los más hermosos sentimientos.
Me gustaría depositar allí un ramo de flores y un beso.

31 de julio de 2023

RECUERDOS 7

Hay días
en los que tu sonrisa
deslumbra en los recuerdos
y parece que el tiempo
quisiera traerte de vuelta...
Es como si el amor
se vistiera de domingo
y sacara a pasear sus mejores galas.

4 de marzo de 2023

RECUERDOS 6

El otro día
pasé por delante
de mi primer trabajo.
Y recordé
a mis compañeros
a mi jefa
y anécdotas
y tantos sueños...
Miré a través
de la ventana
y claro... 
Ahora era otro mundo.
Había otras personas.
Parecían jóvenes.
Y muy atareados.
Pensé en entrar
y que me dejaran
recorrer los pasillos
y los diferentes despachos.
Pero mejor que no.
Me conozco
y sé que enseguida
me convertiría en pura lágrima.

8 de marzo de 2018

RECUERDOS 5

Recuerdo a militares borrachos
reír de forma preocupante
con los ojos vidriosos
y los uniformes arrugados
en el bar del "hogar del soldado".
Los galones subían y bajaban
a medida que los codos alcohólicos
apuntaban hacia el cielo
dejando los vasos temblorosos
caer la bebida en las gargantas patriotas.
Recuerdo como poco después
le propinaron patadas y puñetazos
a un soldado de servicio militar obligatorio
porque insistió sobre un tema muy urgente.
Suerte que a ningún ejército se le ocurrió invadirnos.

19 de octubre de 2017

RECUERDOS 4

Llueve como si se acabara el mundo.
De repente
me alejo de esta ventana
y aparezco en mi infancia.
En una ventana de sábado por la tarde.
Y al otro lado de la lluvia
en la calle vacía y oscura
aparece una vecina
bajo un paraguas medio roto
que el viento quería arrebatarle.
Una vecina amable.
Una vecina simpática.
Se agacha
y acuchilla una tras otra
las ruedas del coche de su marido.
Una vecina que ahora grita.
Una vecina que ruge.
Una vecina loca de celos.
Todavía la veo.
Desgreñada.
Empapada en agua.
Acuchillando con furia
las ruedas inocentes
para retener en casa a su marido.
Después la veo volviendo a su hogar.
Con el cuchillo iracundo colgando de la mano.
No sé si llora.
No sé si es la lluvia o el desamor
lo que se despeña desde sus ojos heridos.
Yo tenía apenas nueve años
y todavía hoy al recordarlo se me hiela el corazón.

16 de marzo de 2017

RECUERDOS 3

El barrio
era un poema
con navajas
y peleas de verdad.
A veces
nos enterábamos
que alguien
de nuestra edad
había muerto.
Y nos quedábamos pensativos.
Poco rato.
Después organizábamos
un partido de fútbol
y otro
y otro
y otro
y la tarde se iba muriendo
entre goles imposibles
y sudores alegres e incansables.
Los árboles y las farolas
delimitaban las porterías
y para validar algunos goles
había puñetazos y peleas inolvidables.
Después seguíamos jugando
los que no habíamos sufrido grandes daños.
Las chicas mientras tanto miraban.
Y nosotros queríamos lucirnos.
Cada remate tenía el nombre de una de ellas.
Y si marcabas un gol la gloria era completa.
Después pasó el tiempo.
Y los partidos empezaron a espaciarse.
Algunos se hicieron novios
de las admiradoras imperturbables.
Otros fueron a la cárcel.
Y a otros los mató la droga sin compasión.
Ya no queda casi nada.
A veces paso por allí.
Los árboles de las porterías aún están.
Y en mi locura aún jugaría un rato.
Pero ya no hay nadie que juegue allí.
El vacío es doloroso y ensordecedor.
Y para evitar nostalgias vuelvo a casa.
Y me olvido de aquel mundo que ya no es.
Ahora escribo poemas en un pc chino.
Juego partidas de ajedrez con gente que jamás veré.
Por las noches leo lo que puedo.
Novela dura si puede ser.
Y de vez en cuando saco un recuerdo, lo acaricio y lo beso.

10 de diciembre de 2016

RECUERDOS 2

El primer sábado de cada mes
aparecía el hombre
de los malos presagios.
Siempre a la hora de comer.
Sonaba el timbre
y una angustia profunda
nos recorría a todos por dentro.
Era un hombre pelirrojo.
Siempre sonreía.
Supongo que para compensar.
Era el cobrador
de seguros "El Ocaso".
O sea el "de los muertos".
Cuando aparecía
la vida se volvía frágil
y el día de repente agonizaba.
Entonces se pagaba en efectivo.
Le dábamos el dinero
sin apenas abrir la boca
y el hombre pelirrojo
nos daba a cambio
un recibo pequeño y blanco.
Pequeño como un nicho.
Blanco como un sudario.
Cuando se iba dejaba un silencio.
Un silencio que duraba un buen rato.
Había venido el hombre de los muertos
y ya hasta la comida sabía a cementerio.
Yo creo que nos miraba
y calculaba sin apenas equivocarse
cuánto tiempo faltaba
para que rotos y devastados
hiciéramos uso entre lágrimas
de su escalofriante y desgarradora póliza.

12 de noviembre de 2016

RECUERDOS 1

Cuando yo era pequeño
los sábados por la mañana
eran días inseguros y peligrosos.
De hecho yo moría siempre.
Sábado tras sábado.
Día inexplicable.
Día de rutinas violadas.
Día de horas desordenadas.
La casa olía a caldo de cocido.
Y al ventilarla
el mundo entraba sin avisar.
En la calle
había un infierno
de gente que iba ciega y loca
cargada con carros y bolsas imposibles.
No había ningún lugar donde esconderse.
Todas las certezas
fallecían inevitablemente
los sábados por la mañana.
Y las palabras enloquecían.
Yo buscaba mi seguridad
hasta debajo de la cama
y jamás lograba encontrarla.
Mi universo estallaba en mil pedazos.
El desbarajuste de emociones
me golpeaba por todas partes
y yo comprobaba mi extrema fragilidad.
Las horas del sábado por la mañana
eran horas de niño desorientado y perdido.
Horas de cosas que iban al revés.
Horas de orfandad colosal.
Después por la tarde
y de forma imperceptible
el día se ajustaba
y las cosas
y las palabras
volvían a sus sitios
mientras protestaban en voz baja.
Pero yo ya no era el mismo.
Yo desconfiaba otra vez de lo que me rodeaba.
Las caras y los nombres empezaban a preocuparme.
Y ya intuía que no podría fiarme de quienes los habitaban.
Todos los sábados por la mañana yo moría de pena.
Y poco a poco iba resucitando durante el resto de la semana.