Desde hace unos días
Justiniano nota en la sangre
la excitante primavera
porque cada vez
que se acerca por la calle
una mujer que le gusta
Justiniano no puede evitar
dar dos volteretas
en el aire
y hacia atrás
y caer sonriendo
con una rodilla en tierra
mientras con su mano derecha
hace una reverencia majestuosa
desde la cabeza hasta el suelo
a esa princesa primaveral
pero todo ese esfuezo
no le sirve de nada a Justiniano
ya que ninguna de esas mujeres
le ha dirigido la palabra
y lo peor fue anoche
cuando hizo la reverencia
a una mujer muy elegante
y ella sin cariño alguno
le arrojó una moneda de un euro
como si hubiera visto un número de circo.