Justiniano está muy indignado
con un montón de cosas
que funcionan mal en su país
y para lograr que mejoren
ha decidido pasar a la acción
por ello como primera medida
después de un discurso magnífico
en el humilde y entrañable bar de la esquina
ha convencido a todos los clientes
(héroes que compensan sin duda
su elevado estado de embriaguez
con un desbordante entusiasmo)
para que se unan a la lucha
y tras aleccionarlos convenientemente
han salido del bar en ruidosa estampida
corriendo y gritando por las calles
como un temible ejército de guerreros invencibles
y tras un eufórico viaje en metro
que el resto de pasajeros siempre recordarán
han accedido a la la lujosa sede central
de una conocida entidad bancaria
después de solucionar "sutilmente"
unos pequeños malentendidos
con el personal de seguridad
a los que han encerrado en el baño
tan desnudos como vinieron al mundo
y tras subir a la planta ejecutiva
han obligado a los miembros
del consejo de administración
a comerse toda la documentación
de quince embargos de viviendas
y quince denegaciones de préstamos
con lo que han dado por concluida
su gloriosa y triunfal primera batalla.