Yo vivo
porque vive ella.
Si así no fuera
yo sería
un besugo reseco
enterrado entre los días.
Deambularía gris.
Iría a los sitios
y sería un muerto más.
Un muerto de esos
que tanto abundan en todas partes.
Un muerto de ojos criticones.
Un muerto políticamente correcto.
Un muerto que respira aire de esclavo.
Pero ella vive
y yo cabalgo infatigable
por una interminable estepa de sueños.
Me acompañan fieles
la sombra de Don Quijote
y unos cuantos espíritus invencibles
que viven en los tiempos del nunca morirán.
Me oriento
por el retumbar
de mis desquiciados latidos.
Rezo al sol
suplico a la luna
y le pido amparo a las estrellas.
Y se compadecen.
Y encuentro su castillo.
Y distingo su ventana anhelada.
Y trepo por una enredadera de poemas para besar su alma.