Por culpa de la dichosa inflación
Justiniano lo está pasando fatal
pues todo está subiendo una barbaridad
y hoy precisamente
ha de ir a comprar al supermercado
ya que tiene la nevera vacía
y solo le queda un billete de diez euros
pero gracias a su portentoso ingenio
ha encontrado una maravillosa solución
y después de llenar el carro de la compra
hasta arriba del todo con manjares riquísimos
y cuando el cajero le ha dicho
que tenia que pagar 98,56 euros
Justiniano ha sacado su billete de diez euros
y con un rotulador le ha añadido un cero
convirtiéndolo gracias a la inflación Justinianera
en un magnífico billete de cien euros
y después de dárselo al cajero
ha extendido la mano esperando el cambio
pero el maldito cajero codicioso y ladrón se ha negado
y además ha llamado al guardia de seguridad
que por su actitud violenta y sanguinaria
debe trabajar al servicio de las mafias más peligrosas
y le han requisado el carro tan deliciosamente lleno de comida
y además se niegan a devolverle el billete mágicamente inflacionado.
Justiniano lo está pasando fatal
pues todo está subiendo una barbaridad
y hoy precisamente
ha de ir a comprar al supermercado
ya que tiene la nevera vacía
y solo le queda un billete de diez euros
pero gracias a su portentoso ingenio
ha encontrado una maravillosa solución
y después de llenar el carro de la compra
hasta arriba del todo con manjares riquísimos
y cuando el cajero le ha dicho
que tenia que pagar 98,56 euros
Justiniano ha sacado su billete de diez euros
y con un rotulador le ha añadido un cero
convirtiéndolo gracias a la inflación Justinianera
en un magnífico billete de cien euros
y después de dárselo al cajero
ha extendido la mano esperando el cambio
pero el maldito cajero codicioso y ladrón se ha negado
y además ha llamado al guardia de seguridad
que por su actitud violenta y sanguinaria
debe trabajar al servicio de las mafias más peligrosas
y le han requisado el carro tan deliciosamente lleno de comida
y además se niegan a devolverle el billete mágicamente inflacionado.