Eramos una mentira
vestida de milagro
un decorado de amistad
un espejismo de urgencia
una ilusión de aire
para respirar en el sepulcro
y sin darnos apenas cuenta
empezamos a separarnos
al volver a vivir
y no es que nos quisiéramos
ni que nos necesitáramos
simplemente ocurría
que los muertos en vida
aplastados de dolor
no suelen andar mucho
y se quedan inmóviles
mirándose las órbitas huecas
en espera de la resurrección.