Tengo tantos cerditos para devorar
que necesito dientes de acero
un estómago apto para cochinos
y un vertedero de puercos muertos
tengo antiguos cerditos con sotana
a la sombra de hipócritas cruces
de los que había que huir derrapando
por su pederastia indomable
tengo una parentela de cerditos lerdos
reunidos en una píara insufrible
que marranean todo lo que tocan
revolcados en su propia miseria
tengo cerditos de máxima autoridad
que delinquen desde su tribuna
protegidos por cerditos ulcerados
a los que echan podridas bellotas
tengo la memoria apestada de cerditos
que ensuciaron mi vida con su presencia
gruñendo porquería en mis recuerdos
malolientes todavía en la distancia
cerditos que hoy devoro a placer
ensartados en mis palabras al rojo
con hambre de olvido en mi boca
mientras sigo aullándole a la luna.