Cuenta la leyenda
que en un poblado
sagrado y recóndito
del África misteriosa
llamado Tula Koste
vivía Ngode Nyuyu
rey de los Sumbubis.
Una noche de luna llena
Ngode Nyuyu soñó
que el Gran Cocodrilo
devoraba a toda su tribu.
Al día siguiente ordenó
que arrojaran a su hija
la bella Mwena Bimba
al rio donde se ocultaba
el Gran Cocodrilo
como ofrenda de paz
para salvar a su pueblo.
Casi un año después
de aquel trágico día
aparecieron en la aldea
doce cocodrilos pequeños
muy guapos
y medio humanos
que presentaron sus respetos
y ofrendaron peces y cangrejos
a su querido abuelito Ngode Nyuyu.
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30 de octubre de 2017
29 de octubre de 2017
LEYENDAS DESCONOCIDAS 1
Cuenta una antigua
y hermosa leyenda japonesa
que hace mucho tiempo
en un pequeño pueblo
de la costa oriental
un pescador de perlas
llamado Takiro Osumori
encontró en el mar
a una hermosa sirena
desfallecida entre las olas
y la sirena era tan hermosa
que el humilde pescador
sucumbió a la tentación
y le dio un delicado beso
en sus labios azulados
y entonces ella despertó
parpadeó levemente
mostrando sus bellos ojos
y de un mordisco feroz
le arrancó la nariz
al pescador sinvergüenza
y la escupió con todas sus fuerzas
y la nariz voló, voló y voló
hasta aterrizar en la isla de Honshu
donde creció, creció y creció
hasta convertirse en el monte Fuji
y Takiro Osumori volvió a casa
con un agujero en lugar de su nariz
y daba mucho asco mirarle
y su familia lo repudió
por su maldita cara repugnante
y la gente del pueblo
acabó quemándolo en una hoguera
y de la sirena desfallecida
nunca jamás volvió a saberse nada.
y hermosa leyenda japonesa
que hace mucho tiempo
en un pequeño pueblo
de la costa oriental
un pescador de perlas
llamado Takiro Osumori
encontró en el mar
a una hermosa sirena
desfallecida entre las olas
y la sirena era tan hermosa
que el humilde pescador
sucumbió a la tentación
y le dio un delicado beso
en sus labios azulados
y entonces ella despertó
parpadeó levemente
mostrando sus bellos ojos
y de un mordisco feroz
le arrancó la nariz
al pescador sinvergüenza
y la escupió con todas sus fuerzas
y la nariz voló, voló y voló
hasta aterrizar en la isla de Honshu
donde creció, creció y creció
hasta convertirse en el monte Fuji
y Takiro Osumori volvió a casa
con un agujero en lugar de su nariz
y daba mucho asco mirarle
y su familia lo repudió
por su maldita cara repugnante
y la gente del pueblo
acabó quemándolo en una hoguera
y de la sirena desfallecida
nunca jamás volvió a saberse nada.
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