CENTRIFUGAPOEMAS 30

Nací para las locas.
Sospecho que me bautizaron Imán.
"Imán" de nombre y "para las locas" de apellidos.
Esa es mi verdadera identidad.
Después lo disimularon con otro nombre y apellidos
para ocultar la cruel tragedia que amenazaba mi futuro.
Sospecho que hasta el agua bendita se reía desquiciada
cuando fue arrojada contra mi cabeza de bebé condenado.
Y pasaron los años y las personas.
Y las locas aparecían siempre a mi lado.
Guardo fotografías que dan fe de tan infaustos sucesos
por si alguna autoridad en ciencias ocultas quiere investigar.
La primera loca que recuerdo era coja y delincuente
y vino a por mí en una verbena de San Juan
y me obligó a bailar con ella 
bajo la implícita amenaza de graves lesiones en caso de negativa.
Yo tenía trece años y desde aquella noche oigo la voz
que me dice... Imán, Imán, Imán, tienes imán para las locas.
Anteriormente habían habido otras 
pero eran simples aprendices de loca
y realmente no dejaron en mi memoria grandes traumas de por vida.
Sin embargo a partir de aquella verbena criminal
de la cual todavía no me he recuperado 
mi vida empeoró y se fue a pique para siempre.
Yo veía a mis amigos con chicas normales 
y me daban mucha envidia
porque ellas parece que atendían a razones
y no les salía humo de la cabeza cuando les llevaban la contraria.
En cambio las locas humeantes y desaprensivas
iban poblando mi aterrorizada agenda a la velocidad de la luz.
Las conocí de todo tipo y condición.
Altas y bajas.
Las bajitas me sonreían desde el más allá.
Y las altas parecían tener una muerta egipcia dentro.
Unas hablaban conmigo de cosas que no existían
como si fueran las cosas más obvias y normales del mundo.
Otras sacaban a pasear los pajaritos del interior de su cabeza
y pretendían día sí, día también, que voláramos los dos entre ellos.
Las hubo parlanchinas hasta la extenuación.
Cantantes torturadoras.
Medio actrices en la vida real.
Casi médiums.
Chantajistas de telenovela barata.
Y también una loca deliciosa imposible de olvidar.
Alguna amenazaba con suicidios de cartón.
Y más de una me hablaron de vidas anteriores compartidas.
Las hubo que sumaban las letras de mi nombre
obteniendo espléndidos augurios
y también quien hacía cartas astrales que nos encadenaban.
Yo decía que sí con la cabeza 
mientras conmocionado intentaba no desmayarme
y disimuladamente buscaba una salida de emergencia.
Pasó el tiempo y aprendí a darles la razón antes de que estallaran
mientras buscaba cualquier excusa creíble para alejarme de ellas.
Pero eso requería mucho esfuerzo y al final capitulé y me resigné.
Abrí un blog y empecé a escribir, y ya no me escapo, ahora soy muy feliz.