El televisor está apagado.
Las tres viejas desdentadas
lo miran con ojos hipnotizados.
Cada cierto tiempo
se abre la puerta de una habitación
y la negraza Clotilde
se planta delante de las viejas
y les baila un magnífico charlestón.
Entonces las tres sonríen.
Cuando acaba de bailar
la negraza Clotilde
cierra las tres bocas
con sus manos gigantescas
y tarareando vuelve al cuarto.
Suena un teléfono.
Nadie atiende la llamada.
De repente el teléfono explota.
Del cuarto de la negraza Clotilde
sale un hombre que va en silla de ruedas.
Enciende el televisor
y pasa con la silla de ruedas
por encima de los pies
de las tres viejas hipnotizadas.
Una y otra vez durante media hora.
Las viejas no se quejan y siguen mirando el televisor.
El hombre se cansa de atropellar pies
y se levanta de la silla como un contorsionista.
Da varias volteretas alrededor de la silla de ruedas
y con la negraza Clotilde bailan ahora un tango acaramelado.
Las tres viejas se levantan ofendidas.
Van a la cocina y cada una coge un cuchillo.
Empiezan a apuñalarse y a reír.
El teléfono vuelve a explotar.
Están llamando desde una cabina de Chicago.
Es el hijo de la negraza Clotilde.
Le han disparado en el estómago por un asunto de drogas.
Un reguero de sangre sale de la cabina.
Dos perros abandonados y sedientos lamen la sangre con placer.
Pobres perros.
ResponderEliminarBesos.
Buen broche el verso final. Todo se sucede como en un corto surrealista. El lector visualiza la escena que se sucede de manera impenitente y con gran desconcierto.
ResponderEliminarQuizás algún día se proyecten las películas de Linch y finalmente se lean tus poemas como acompañamiento poético.
Un beso.
Sí, estás como una puñetera cabra.
ResponderEliminarJajaja
Un beso
Charlestón,tango...ummmmmm
ResponderEliminar: )
Luego vuelvo que esto hay que leerlo con calma.
Me gusta!
Mucho...
Un beso bailongo
; )
Pobre negraza Clotilde, con lo bien que baila.
ResponderEliminarMe ha gustado sobre todo el final, esos perros lamiendo la sangre...
En realidad no he entendido nada, lo confieso, pero creo que no se trata de entender si no de ver las imágenes, como sacadas de un sueño.
Besos
Exacto.
EliminarTe etengo que comentar en estos recuadros porque no me sale uno para mí sola, se conoce que está ahorrando bloggre.
EliminarTe quería decir que has hecho una prli de cine negro en unos cuantos renglones, ¡qué tío!
Surrealismo puro...
ResponderEliminarBom Julho, Xavi!
ResponderEliminarY... ¡corten! ;)
Beso... X
:)
Vaya!
ResponderEliminarLo he visto todo tal cual lo describes...!
Besos
Uf, oye, Toro, ¿tú ofreces 'talleres explicativos' de este poema?
ResponderEliminarAnda, mira a ver ...
Es difícil de interpretar. Éste sí es muy surrealista.
Voy a pensar.
Y esos perros abandonados y sedientos me salvan el poema, pero no, tampoco ... ese disparo es muy real, lo más real ...
Voy a pensar.
Mira a ver si organizas 'el taller', anda ...
¿En qué pensaba el autor cuando escribió este poema?
El teléfono explota ...
Jo, al menos podías poner una nota aclaratoria, eh ...
Hala, ahí os va el poema ...
Jo.
Un beso y voy a pensar ...
:)
Ah, acabo de leer arriba, se trata de ver imágenes sólo ...
EliminarSí, entonces se ven bien.
:)
Una auténtica pesadilla, me ha recordado a cuando Pinochet se bajó de la silla de ruedas en el aeropuerto como si tan cosa. Cansado de pisar pies y manos dijo: Para chulo yo.
ResponderEliminarClaro lo dijo a su manera.
Como si tal cosa, quise decir.
ResponderEliminarEl supletorio, supongo ...
ResponderEliminarO tal vez suenen los añicos esparcidos en un guiño Lynch +
Trepidante. Me encantó.
ResponderEliminarUn beso, Toro.
El negro López le hizo un hijo a la Clotilde Vázquez, al que pusieron por nombre José Luis. Por la razón que fuera, José Luis López Vázquez siempre terminaba pasándolo mal en las cabinas.
ResponderEliminarSaludos.
Me gusta, es tan visual. Al final con el reguero rojo me he dado cuenta que lo estaba viendo en blanco y negro. El teléfono es de ruedita, la negra Tomasa lleva un pañuelo de lunares en la cabeza y el contorsionista va sin camisa y se ke narcan los huesos de la clavícula. Me encanta esta serie.
ResponderEliminarBesitosss
La vida misma. Bueno, un recorte de lo predecible e impredecible.
ResponderEliminarBesitos.
Vuelvo de vacaciones y mira que me encuentro..., el Toro sanguinario. Que bien lo haces chiquillo!!
ResponderEliminarBesicos muchos.
El caso es que cuando provocas miedo, eres auténtico.
ResponderEliminarAunque miedo, miedo de verdad, creo que lo pone el propio lector, según sus neuras, según sus obsesiones y sus pesadillas y las cosas que le dan yuyu de verdad.
Tú vas narrando cosas hasta creo que sonriendo, y el terror lo pone el otro,las imágenes también...en mi caso yo, que lo sueño luego bajo las sábanas. Surealismo total.
Un beso.
Jaja
ResponderEliminarMi Toro salvaje recuerdo esos Nanas tan consentidoras y cómicas.
Ten una semana preciosa corazón
Me gusta mucho leerte
Abracitos🌷🦋
Pobrecillas, viejitas.
ResponderEliminarNi se quejan.
Besos
El televisor está apagado.
ResponderEliminarLa oscuridad como principio de todas las cosas que van aconteciendo a la luz del conocimiento... O a la falta de éste.
Siempre te he dicho que como guionista no tendrías precio.
ResponderEliminarEs un plano secuencia magnífico y ese cambio de plano final con la escena de la sangre es de premio...qué imagen!
Y encima con música...
Otro beso y los que hagan falta.
Con las imágenes oníricas de este poema has superado ampliamente a David Lynch.
ResponderEliminarBesos, Torito.
Honestamente, yo también lameria la sangre.
ResponderEliminarJK
Anoche te hinchaste a morcillas, no?
ResponderEliminarSí, las tuyas...
EliminarCreo que quiero tarta de arándanos, por favor.
ResponderEliminar(me ha encantado, Toro)
Paso a dejarte mis saludos a la distancia ... Es un placer leerte, saludos Toro.
ResponderEliminarLa antesala de la demencia parece esto
ResponderEliminar:) Besos
Fantástico, sí.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hombre...
ResponderEliminarMe alegro por los perros... :)
Salud
jajajaja....eso porque no pasaron delante de mi abuela, que como estuviera viendo la tele, te metía unas collejas y unos tirones de pelo que te jodía viva...
ResponderEliminarY como llamaras por teléfono en medio de la telenovela, te desatascaba el tímpano y menos bonita te dedicaba de todo...
Un saludo
Un cuadro surrealista.
ResponderEliminarSaludos.
Oye Toro ¿La Negraza Clentolde y todos viven en México? Parece una escena de lo cotidiano en las noticias de este país tan castigado por el hampa y los gobernantes. Y sobretodo soportado por nuestra apatía. Una pena
ResponderEliminarBeso Toro LYNCH
¡¡La que se ha liado!
ResponderEliminarBesos, Toro
Besos.
ResponderEliminarLa tele apagada es un placer.
Inquietante, sobre todo esas tres viejas.Eran tres las parcas? Besos***
ResponderEliminarLos 3 jinetes del apocalipsis...
ResponderEliminarUna peli de terror.
Besos Torito.
No quisiera estar ahí
ResponderEliminarUn cierre para Lovecraft.
ResponderEliminarSaludos.
Caramba, yo que huyo de las películas de sangre... glub glub glub
ResponderEliminardeja las drogas querido amigo
ResponderEliminarUna pesadilla total querido Toro
ResponderEliminarCariños
Lynch en estado puro.
ResponderEliminarLa habitación donde despegas al mundo onírico/paralelo te inspira bien.
Esos perros del final son el colofón que te trae de vuelta.
Besos!!!
Las tres viejas harpias!!
ResponderEliminarcuidado no te corten el hilo de la vida
caprichosas y oscuras,
las muy desdentadas
las viejitas me dan miedo, porque me veo venir
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