El buen samaritano
se acercó a una señora
que lloraba desconsoladamente
en medio de la calle
y le preguntó:
Por qué lloras buena mujer?
pero ella no contestó
y el buen samaritano
insistió con la pregunta
pero ella no dijo nada
y siguió llorando y llorando...
Entonces el buen samaritano
le pellizcó fuertemente las orejas
y sonriendo beatíficamente le dijo:
Ve con Dios buena mujer
ahora ya tienes un motivo para tu llanto.
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