EL ENTIERRO DEL TONTO DE LA ESQUINA

A primera hora de la mañana
en la funeraria municipal
se han presentado
con una terrible resaca
la madre, el padre y el ciego
también la señora Tomasa
que es la que cuida al ciego
a cambio de la mitad de su pensión
y por supuesto el mendigo
que llega el último
porque está pidiendo limosna
en las diferentes capillas de velatorios
todos ellos han venido vestidos
de riguroso color negro
para acompañar en su último viaje
al tonto de la esquina
y allí han empezado los problemas
cuando les han pedido dos mil euros
para enterrar al tonto
y entre todos ellos
no tenían más que treinta euros
y entonces les ha dicho
el responsable de la funeraria
que lo enterrarían de beneficencia
sin velatorio ni liturgia alguna
y que permanecería en el depósito
donde no podrían verlo
hasta que lo pusieran
en un nicho sin lápida alguna
en la parte más fea del cementerio
y el padre se ha puesto a chillar
gritando MI HIJO, MI HIJO, MI HIJO!!!!!
y se ha ido corriendo
por un pasillo alargado y oscuro
y la madre ha encendido un cigarrillo
y le ha dado otro al ciego
que lo ha encendido al revés
por culpa de los nervios
y el mendigo con extraordinaria puntería
le ha pegado una patada en la rodilla
al responsable de la funeraria
y han aparecido dos guardias de seguridad
por si había problemas
y entonces el ciego muy nervioso
ha querido abrazar a la señora Tomasa
y esta de un bofetón
se lo quitado de encima
diciéndole AQUÍ NO ATONTADO, AQUÍ NO...
y de repente la madre del tonto de la esquina
se ha tirado al suelo
y ha empezado a patalear
echando espuma por la boca
y el padre mientras tanto ha entrado
en otras capillas de velatorios
pidiéndoles por favor
que dejarán también instalar a su hijo
al lado de cualquier cadáver
y los familiares de los otros muertos
han empezado a pegarle al padre
y a sacarlo a empujones de cada capilla
y el ciego que tiene un oído finísimo
ha salido corriendo para ayudar al padre
y se ha caído por una ventana abierta
estrellándose y rompiéndose el otro codo
y el mendigo ha bajado como un rayo
por las escaleras
y se ha sentado al lado del ciego
pidiendo limosna con la mano extendida
ya que la estampa daba mucha pena
y la señora Tomasa se ha ido al baño
y ha sacado la petaca de coñac del bolso
y se la ha bebido en un santiamén
y el padre ha vuelto magullado y dolorido
por los golpes recibidos
para presentar una queja formal
por el mal comportamiento
de los insolidarios familiares de los muertos
pero los dos guardias de seguridad
lo agarran de los brazos y lo echan a la calle
y la madre a la que nadie encuentra
se ha escurrido hasta el depósito
y cargada con el tonto de la esquina
ha salido por una puerta trasera
y en pocos minutos están todos juntos
el ciego con los dos codos rotos
la señora Tomasa más borracha que una cuba
el mendigo que ha recaudado veinte euros
el padre magullado y amoratado por todas partes
y la madre con el tonto a cuestas
y entran en el metro
y se bajan en una parada cerca de la playa
y allí entre los bañistas cavan una fosa
y entierran al tonto de la esquina
y luego lo tapan como pueden
aunque una pierna ha quedado fuera
así como toda la mano izquierda
y se le ve una gran parte de la cabeza
y los cinco quieren decirle unas palabras
la madre le dice que no lo olvidará jamás
y se cae a la arena echando espuma otra vez
el padre se confunde y dice adiós hija mía
por culpa de la epilepsia que no controla
el ciego de espaldas a la improvisada tumba
hace la señal de la cruz y se hinca de rodillas
mirando a dos turistas alucinadas
que estaban tranquilamente tomando el sol
el mendigo entierra diez euros
junto al cadáver del tonto de la esquina
ya que lo compartían todo
por si los necesita en el más allá
y la señora Tomasa
que está bañándose borracha en la orilla
mientras salta las olas a carcajadas
se ha olvidado de todo y de todos
y allá a lo lejos se oyen las sirenas policiales
como poco a poco van acercándose
y como ya han enterrado al tonto
los cinco se escapan corriendo
pisando bañistas y tirando sombrillas
dirigidos por el ciego y la señora Tomasa
y vuelven a entrar al metro
y media hora después están en casa
de los padres del tonto de la esquina
y abren unas botellas de vino
y se las beben sin dejar ni una gota
y caen derrotados en el sofá
amontonados unos al lado de los otros
durmiendo y roncando como bestias
y un par de horas después
suena  y suena el timbre de la puerta
y la madre abre un ojo
y con voz cavernosa le dice al padre
que vaya a abrir la puerta
que seguramente es el tonto de su hijo
que una vez más
ha vuelto a dejarse las llaves en casa.