EL AQUELARRE SEMANAL

Fin de semana
en la ciudad muerta.
Fin de semana
en la ciudad podrida.
Fin de semana
en la ciudad del horror.
Las brujas se acicalan
camuflan sus canas
y afilan sus uñas de halcón.
Los monstruos
carneros viejos
de sucio pelaje
y más tontos que un zapato
salen de caza
escondiendo el barrigón.
Ellas y ellos
juegan aburridos
al amor que se pudrió.
Lo patético
y lo insoportable
se viste de fiesta
y observarlos
produce un inmenso dolor.
Es el aquelarre semanal
de los cadáveres
que no se resignan
y arrastran
por cualquier antro
su lastimosa condición.
Y yo tampoco me libraré
caeré muerto una vez más
como víctima
de una extraña fascinación
en cualquier cementerio
de luces sórdidas
papadas explosivas
y maldito alcohol de garrafón.
Rodeado de zombis
achacosos y deprimentes
que se contonean
al ritmo cansino
de una música arrugada
y de cerebros en descomposición.