En la barra del pub
los sueños bailan con la realidad.
Le pido
al camarero
otro whisky
y un paquete
de chicles Bazooka.
Chicles qué, me dice, mirándome raro.
No se da cuenta
de que mi cuerpo está ahí
pero que yo he vuelto a la infancia
y que ahora daría lo que fuera
por volver a masticar esos chicles
y leer con mis amigos
las divertidas historietas
del entrañable Bazooka Joe y su pandilla
que como un premio atesoraba el envoltorio.
El chicle Bazoka es como la magdalena de Proust.
ResponderEliminarUn beso.
Verás como haya algún dentista leyendo...
ResponderEliminarAh , no , que los bazooka eran sin azúcar, ¿ verdad?
Abrazoo
Qué globos magníficos hacía. Luego estaban los Niña de Fiesta que traían recortables pero no estaban tan ricos.
ResponderEliminarBesitos, buen finde!
No tengo idea de los chicles Bazooka. Whisky y chicle una mezcla rara. Besos Toro
ResponderEliminarUn chicle con iniciación a la lectura, je je je. Feliz día
ResponderEliminarNo me acordaba de las historietas.
ResponderEliminarTú en la barra de vuelta a la infancia y yo en casa, al leerte, de vuelta a la mía. Los Bazooka eran especiales.
Bss.
Maravillosos años aquellos.
ResponderEliminarBesos para el chico más guapo de Cataluña!