25 de marzo de 2024.
Noche toledana.
A las tres
de la madrugada
me han despertado
los pasados muertos.
De allí han salido
amigos, familiares y gente rara.
Tenían muchas ganas de hablar.
Yo ninguna.
Pero los he escuchado.
Cuando se han ido
han venido los futuros aburridos.
Gente que conozco presagiando tinieblas.
Que si esto irá mal.
Que si lo otro irá peor.
Yo dando vueltas en la cama
mostrándoles mi absoluta indiferencia.
Ellos ni caso.
Al final se han ido murmurando cosas feas de mí.
Desvelado he dado la luz.
El libro me sonreía tentador.
He leído y leído y leído y de Morfeo nada de nada.
Me he cansado de leer.
Hasta los personajes estaban agotados
y me observaban página tras página con mirada suplicante.
Me han dado pena.
Que descansen.
Dejo el libro y apago la luz.
Sigo sin dormir.
Oigo como el tiempo pasa sin saludar.
Silencio de sepulcro.
Vacío de tiempos y emociones.
Ya no viene nadie.
Ni del pasado, ni del presente, ni del futuro.
Después de tocarme las narices deben estar todos durmiendo.