Ya está el verano en la calle.
He ido a comprobarlo
y he vuelto rápido a la cueva
con el ánimo por los suelos.
Van a ser días muy duros.
Están los de siempre.
No todos.
Algunos han muerto
pero su lugar lo ocupan otros
igual de peligrosos.
Ahí están como cada año
los temibles protagonistas
de otro verano aterrador
sentados en bancos
a lo largo del paseo
examinando con ojos críticos
a los que desfilan acalorados
caminando hacia ninguna parte.
Ha vuelto el espectáculo
de los muertos vivientes
paseando con bermudas
y camisetas de I Love noséqué
completamente sudadas.
Las terrazas están llenas
de grupos preocupantes
que gritan más que hablan
mientras deciden el lugar
que envenenarán con su presencia.
No hay nada que hacer
porque es una guerra perdida.
El verano como cada año
expulsa de las casas
con impunidad vergonzosa
a los peores bichos del planeta.
Y hasta la naturaleza
ha perdido la batalla.
El sol quiere achicharrarlos
pero son difíciles de matar
El viento ha huído asqueado
lejos de este inmundo estercolero.
Y yo voy a reunir provisiones
para subsistir en mi cueva
en espera del otoño salvador.