ALGUIEN SE COMIÓ NUESTRAS ALMAS

Os veo y ya no os siento.
Sólo nos vemos en los entierros.
De lo que fuimos ya no queda nada.
Sonrisas carcomidas por el tiempo
y miradas muertas donde no late nada.
Y hablamos del pasado
y de anécdotas deformadas
por memorias en descomposición.
Y aparecen las primeras risas de cartón.
Risas que mueren en si mismas
Risas que son abortadas rápidamente.
Risas de hienas y desolación.
Después aparecen los silencios
y escondidas tras ellos
las recriminaciones ocultas
se apoderan de los corazones helados.
No estamos seguros del número de hijos
de cada uno de nosotros
ni si son niños o niñas
ni sus nombres
ni las edades que tienen
ni nada importante de sus vidas.
No lo sabemos porque no nos importa.
Y la prueba de ello es este demoledor ahora.
Se impone la prudencia y el retraimiento.
Somos actores que no conocen su papel.
Actores malditos de una obra que se acaba.
El epílogo asoma en las miradas.
Las arrugas han estrujado los corazones.
Alguien se comió nuestras almas.
De aquí a unos años nosotros seremos los muertos.