DE VACÍO A VACÍO

Otro páramo que me devora.
De vacío a vacío
deambulando por los días
sin encontrar una mirada amable.
Cómo muerde la vida.
Cómo erosiona este desierto.
Miro atrás: no dejo nada.
Miro adelante: no hay nada.
Y aún así no me desmorono.
Soy un presente imprevisible
que camina a impulsos
por la cuerda floja
sobre un abismo hambriento
que hace mucho que me espera.
Contra toda probabilidad.
Contra los vientos más insospechados.
Contra los mazazos de los desengaños.
Aquí sigo.
Muerto.
Resucitado.
Vivo.
No sé para qué.
No sé para quién.
Ya le di la vuelta al tiempo.
Y no logré desentrañarlo.
Entonces me hice pequeño
y le pregunté a mis muertos
pero ellos jamás quebraron su silencio.
El espejo que me mira tampoco entiende nada.
Ahí estoy.
Mirándome.
Preguntándome.
Qué sentido tiene todo cuando eres nada?
No hay respuesta.
El espejo calla.
Yo también.
Hace frío en el desconcierto.
Hace mucho frío.
Vuelvo desde no sé dónde
y escribo con sangre de mi alma este poema.
Y aquí sigo.
Un día más.
Buscando calor entre estas palabras que me abrazan.