Alfonso y Fernanda
Castro Alcalá-De la Ensenada
fueron los padres alelados
de una familia de dinero viejo
amarillento y rancio abolengo
y genética castigada por la endogamia.
Gente de muchos posibles
cultivaron día tras día
ventajosos contactos
con otras familias ricas y deformadas.
Tuvieron cinco hijos
todos feos, bajitos y muy tarados.
El mayor de ellos, Borja
gracias a influencias familiares
llegó a ser un respetado obispo pederasta.
El segundo,
el pusilánime Yago
un vago de nacimiento
se ganó la vida como militar de salón.
El tercero, Mateo
se dedicó al comercio
y consiguió hundir varias empresas
antes de que finalmente lo incapacitaran.
Martita, fue el cuarto regalo de la cigüeña
que más valdría que no hubiera llegado
porque estaba tan desequilibrada
que a las pocas semanas de tratamiento
hasta los mejores psiquiatras perdían la razón.
Y la joya de la corona, fue Gonzalo
tan falso, corrupto y sinvergüenza
que no necesitó demasiadas ayudas
para conseguir un gran puesto en el Tribunal Supremo.
jjajajja crítica demoledora y certera, qué bueno
ResponderEliminarEstamos conociendo a muchos Gonzalos en estos días...
Besitossss
Tenemos lo que la naturaleza determina y la educación otorga.
ResponderEliminarUn beso.
Siempre he tenido un poquito de repelús al dinero, no a él, claro, sería una necia si le niego la necesidad con la que somete, comer, tendremos que comer, pero es el poder con el que se aprovecha. Y a éste, siempre lo he rechazado, no he llevado nunca bien las pirámides del que está arriba y abajo, todos somos iguales, todos. Y ver que las posibilidades de uno no son similares a otros simplemente por un apellido, ufff… qué mal lo llevo, fatal, fatal. Nuestros padres lucharon ante la nada y quizás no pudieron proporcionarnos ese brillo apagado, pero sí nos cedieron algo más valioso que es la dignidad.
ResponderEliminarGenial crítica.
Besos.
Vaya qué familia 😂
ResponderEliminarBesos para el chico más guapo de Cataluña!